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“Bajo la Luna jugamos,
pues la noche es nuestro día.
Entre perlas de rocío, cual abejas agilísimas,
Bailamos juntas las hadas, dos a dos y tres a tres,
aprovechando las horas de antes del amanecer.”
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Amaterasu era la diosa del Sol en la más vieja religión Japonesa llamada Sintoísmo. Cuando su hermano Susanowo la trató mal, ella se escondió en la cueva del cielo y cerró la entrada con una enorme piedra. Esto hizo al mundo obscuro, y los espíritus malos salieron de sus escondites.
Desesperados, los dioses en una conferencia decidieron hacerle una trampa para que saliera, e hicieron una fiesta cerca de la cueva. Pusieron un espejo enorme al frente de la cueva y joyas preciosas en un árbol. Uzume, el dios de la risa, comenzó un baile acompañado de música ruidosa.
Al escuchar la música y la risa, Amaterasu sintió tanta curiosidad que miró hacia afuera para saber que estaba pasando. Ella se fascinó tanto con su propio reflejo brillante en el espejo que salió de la cueva. Finalmente, la luz cubrió y coloreo al mundo una vez más.
“Sí yo hiciera mi mundo todo sería un disparate. Porque todo sería lo que no es. Y entonces al revés, lo que es, no sería y lo que no podría ser si sería. ¿Entiendes?”
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