La historia de Leda y el cisne es uno de los relatos más sensuales de la mitología griega, y explica de manera alegórica las pasiones y debilidades humanas.
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La versión más popular de este mito dice que Leda era una mujer muy bella, tanto que el propio Zeus la deseaba. Un día, mientras caminaba junto al río Eurotas, se encontró con un hermoso cisne que escapaba del ataque de un águila. Lo protegió y se dejó seducir por éste, que no era otro que Zeus transformado. Esa misma noche Leda también se unión a su esposo. Como consecuencia, puso dos huevos: de uno nacen Pólux y Helena, hijos de Zeus inmortales; del otro, Cástor y Clitemnestra, hijos mortales de Tindáreo.
Otra versión nos cuenta que la diosa Némesis era perseguida por Zeus y se transformaba en diferentes animales para poder escapar. Zeus la imitaba hasta que finalmente ella se convirtió en una oca y él la violó en forma de cisne. Por esta unión puso un huevo que dejó en un pantano y que luego fue encontrado por Leda. Por último se dice que, transformado en cisne y fingiendo estar en peligro, Zeus se refugió en el seno de Némesis y luego la violó. El dios Hermes fue el encargado de poner el huevo en los muslos de Leda para que lo diera a luz.
La versión más aceptada es la primera, y la que más han representado los artistas desde la Antigüedad hasta nuestros días. Los hijos de Leda fueron protagonistas de grandes mitos y leyendas. Castor y Pólux, los Dioscuros, fueron héroes famosos y tiene su propia constelación, Géminis, que representa a estos gemelos. Helena, la más mujer de la Tierra, fue la supuesta causa de la ruina de Troya, y Clitemnestra que acabó víctima del matricidio más famoso de la cultura occidental, el de Electra y Orestes.
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