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Las nubes son fascinantes, por su enorme complejidad y diversidad que se esconden bajo su aparente simplicidad. Son criaturas vivas, tan extrañas y fantásticas... Se comunican entre ellas, se organizan como una bandada de pájaros o las dunas, forman estructuras dinámicas y coherentes que tienden a repararse a si misma y se resisten a los cambios. Son la lluvia y el viento quien las modifica. Tal y como decían nuestros antepasados la existencia se encuentra en el cielo y en el agua. Los antiguos griegos nos contaban que las Néfeles eran las ninfas de las nubes y de las lluvias, hijas del dios Océano. Ascendían desde el océano hasta los cielos con sus cántaros llenos de agua de este y los descargaban por toda la tierra, dando vida a la naturaleza y alimentando todos los ríos.
Las nubes son vapor de agua del mar, que se calentó con el sol... pero ¿por qué hay nubes en la tierra y no solo sobre el mar? ¿por qué permanecen tanto tiempo en vez de deshacerse rápidamente? ¿por qué hay nubes grandes como coliflores y otras delgadas como una tabla? En la mitología china las nubes son un presagio de nueva vida y de cambios, presuponen un cielo que cubre, propicia y contiene.
Las masas nubosas las vemos todos los días y nos reflejan la luz del sol por los cristales de hielo o las gotas de aguas que las forman. Pero la mayor parte de las veces no les prestamos atención solo si nos aseguran que nos traerán lluvia.
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