Trasteando con el Poser

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Todas las fiestas celtas se celebraban en la víspera del día correspondiente, ya que ellos calculaban los días desde la puesta del sol a la salida en la tradición lunar. Teniendo esto en mente, el calendario ritual empezaba cuando el Sol se estaba poniendo en el sistema eclíptico, un sistema utilizado por todos los antiguos sacerdotes astrónomos, incluyendo a los druidas, para determinar las estaciones mediante el movimiento solar. La víspera de Samhain era una de las grandes noches espirituales del pueblo celta, siendo la otra la víspera de Beltane, en mayo. Esta era la época en que se disolvían los límites entre el mundo natural y el sobrenatural. Consecuentemente era una noche propicia para la adivinación y la profecía.

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Samhain era una fiesta de los muertos, de los muertos pasados, del año pasado y el final de un ciclo completo de la rueda celta de la vida. También era una época de purificación en la que se quemaban las efigies que simbolizaban los terrores del pasado y todo aquello que hubiera atribulado a una mente temerosa. La hoguera de Samhain quemaba ritualmente las brasas del año viejo a través de la purificación. Y entonces la gente podía enfrentarse a los rigores de los oscuros meses invernales que estaban por venir. Entonces se esparcían cenizas sobre la tierra, durante el siguiente rito de purificación.

En la mitología celta, los sidhe, o pueblos feéricos, también celebraban Samhain; en realidad parecía que ellos fueron los que patrocinaban la Fiesta de los Muertos. En la víspera de noviembre las hadas podían tomar maridos mortales y se abrían todas las grutas de las hadas para que cualquier mortal que fuera lo suficientemente valiente pudiera echar un vistazo en aquellos dominios, para admirar sus palacios llenos de tesoros. Pero eran pocos los celtas que se aventuraban voluntariamente en aquel reino encantado, sentían por las hadas un gran respeto, teñido de terror.

En Bretaña, en la víspera de noviembre, o La Toussaint, la costumbre de dejar un sitio en la mesa para los muertos era algo más que un signo de respeto. Los celtas bretones no hacían distinción entre los vivos y los muertos; se creía que ambos habitaban ese mundo, siendo unos visibles y otros invisibles. En la Irlanda celta, la Oidhche Shamhna, o víspera de noviembre, anunciaba el inicio de la gran festividad con juegos y carreras en honor de Tlachtga, una antigua diosa madre. Esta antiquísima deidad dio pie, más tarde a la Cailleach* (anciana velada) y a la Morrigana. Así pues, la Cailleach venía a presidir esta fiesta y celebraba el acontecimiento acoplándose simbólicamente con el Dagda, otra antigua divinidad y dios del draidecth, fundador del druidismo. Los dos representaban las primigenias fuerzas antiguas, responsables de la muerte y el renacimiento.

Los celtas mantuvieron tercamente sus antiguos festivales incorporándolos en las celebraciones cristianas. De este modo, el último día de octubre se convirtió en la víspera de All Hallows, o noche de Todos los Santos, más conocida popularmente como Halloween. En años posteriores el espíritu de Samhain reapareció nuevamente en Inglaterra como la noche de Guy Fawkes, observándose en ella muchas de las viejas tradiciones; ahora se celebra en todo el país el 5 de noviembre, con grandes hogueras y fuegos de artificio.

Para finalizar, el Samhain pagano no es y nunca ha sido malvado o negativo. Es un tiempo para reafirmar nuestra creencia en la unidad de todos los espíritus (almas de vivos y muertos) y nuestra resolución firme de que la muerte no es el final de nuestra existencia.

Extracto del libro: "EL ZODÍACO LUNAR CELTICO" de Helena Paterson

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