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En el hinduismo, el río Ganges está personificado bajo la forma de la diosa Ganga, también llamada Maa Ganga (Madre Ganges) o Ganga Deví (diosa Ganges). Es por esta razón por la cual el río Ganges posee un carácter divino en la religión hindú y se cree que cada inmersión en este río sirve para expiar un pecado y adorar a Ganga, además de evitar el ciclo de reencarnaciones del difunto cuyas cenizas sean arrojadas al Ganges.
Este río se ha convertido en el final de la gran peregrinación del hinduismo. El Maha Kumbha Mela es una celebración de carácter espiritual celebrada cada doce años a orillas del Ganges, siendo cuatro los principales puntos de reunión: Prayag, Haridvar, Ujjain y Nasik. La peregrinación se realiza cuatro veces cada doce años, una vez en cada una de las localidades.
El origen de esta tradición proviene de dos mitos hindúes; por un lado, el mito de la creación del Ganges y de su carácter sagrado (del que hablaremos más adelante), y por otro lado, el mito mediante el cual se explica porque la peregrinación debe pasar por estas cuatro localidades indias.
Este último mito tiene lugar en el periodo védico, cuando los semidioses y los demonios hicieron un pacto temporal con el fin de obtener Amrita (el néctar de la inmortalidad) del océano de leche y compartirlo a partes iguales. Sin embargo, cuando el bote de Amrita apareció, los demonios rompieron el acuerdo, y escaparon. Estos fueron perseguidos por los semidioses y durante doce días y doce noches (el equivalente a doce años humanos), semidioses y demonios combatieron en el cielo por conseguir el Amrita. Se dice que durante la batalla el bote se rompió y cayeron a la tierra cuatro gotas del néctar; una en cada uno de estos lugares: Prayag, Haridvar, Ujjain y Nasik.
Veamos ahora el mito de la creación del Ganges. El dios Brahmá creó el río Ganges, que en origen solo recorría el Cielo, a partir del sudor recogido del pie del dios Visnhú. Años más tarde, el rey Sagar tuvo 60.000 hijos y un día mientras este celebraba una fiesta, el dios Indra, celoso, robó un caballo a Sagar. El rey, enfurecido, mandó a todos sus hijos en busca del caballo. Lo encontraron en el inframundo, al lado de un sabio que realizaba su penitencia. Los hijos de Sagar, creyendo que el anciano era el autor del robo, le insultaron y golpearon. El sabio se limitó a mirarlos, haciéndolos arder a todos.
Las almas de los 60.000 hijos de Sagar quedaron, entonces, vagando por la Tierra. Fue una de los descendientes de Sagar, el rey Bhagiratha, quien rogó al dios Brahmá que permitiera a la diosa Ganga descender del Cielo para tocar con sus aguas purificadoras las cenizas de los difuntos hijos de Sagar, para que estos pudieran ascender al Cielo. Brahmá aceptó y ordenó a la diosa que descendiera a la Tierra. Pero esta advirtió del peligro que suponía que tal masa de agua cayera sobre la Tierra, pudiendo destruirla. Ante esta posibilidad, el rey Bhagiritha le pidió al dios Shivá que amortiguara la caída.
Así Ganga cayó sobre la gran cabellera de Shivá dividiéndose en siete torrentes, pero creó un caos en la zona de los Himalayas, donde se encontraba meditando el rey Yajnú, quien encolerizado, se tragó las aguas del río. Los dioses y Bhagiratha oraron al sabio para que soltara a la diosa y así lo hizo Yajnú. De esta forma, Ganga pudo salvar a las almas de los hijos de Sagar.
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